martes, 18 de septiembre de 2018

¡Bienvenidos a la página del CTPCBA! Ah no, no era eso...

Hoy en «haciendo cosas de gente adulta y madura», visité la página del Colegio de Traductores Públicos de la Ciudad de Buenos Aires (CTPCBA). Por más sorprendente que parezca (en realidad no suena tan raro Anto, todos saben que sos un desastre...), cuando entré a la carrera no tenía idea de que existieran estos Colegios, ni que hubiera uno por cada región diferente del país. Suena increíble que, por una cuota mensual, este lugar te envíe distintas ofertas de trabajo y te dé beneficios (hay una sección que ofrece descuentos en vinos y restaurantes... yo ya me enamoré), pero para no comerme el verso, decidí ver de qué se trata y accedí a su página web. Vamos a ver si todo es tan amigable y cómodo como suena o si se me quema la ilusión.

Lo primero que noté cuando entré a la página fue la cantidad de actividades que ofrecen. Se ve que se preocupan mucho por sus traductores o les encantan las actividades extracurriculares, porque organizan desde cursos de yoga hasta encuentros de cine (tienen un coro... cuando me matricule, me uno seguro). Dejando eso de lado, la barra superior categoriza detalladamente los distintos datos que el lector puede llegar a necesitar: información sobre los orígenes del Colegio, los posgrados, las capacitaciones, entre otras cosas. Con la computadora no tuve ningún problema para entrar porque me tener permitió acceso a todos los rincones virtuales (no se si eso existirá...) sin importar el servidor, así que en esa parte la página también está muy bien cubierta. 

Como alumna, se me ocurrió buscar primero desde el punto de vista de lo que me va a servir cuando trabaje, o sea las oportunidades que me puede ofrecer. Además de la amplia variedad de cursos, la página explica los requisitos de matriculación y lo que hay que hacer para poder inscribirse en los servicios que brinda. En caso de ya estar matriculado, la página también especifica cuáles son los aranceles orientativos y el reglamento que debe seguirse para legalizar cierto documento.

Desde la perspectiva del cliente, la página es muy paciente y específica. En la pestaña «¿Necesitás un traductor público?», te permite buscar por nombre del traductor, por zona de residencia o por par de idiomas (cuál es el idioma de tu texto original y a qué idioma necesitás traducirlo). Después de aclarar esta información, la página te lleva a un link con una lista de traductores que coincidan con tus características de búsqueda, y te da los datos necesarios para contactarlos. Esta pestaña también es útil para aquellos que estén buscando a algún colega para tomar el té y hablar de la vida, para poder hacerle alguna consulta o para pasarle algún trabajo.

Se puede decir entonces que la página está bárbara y que no se queda corta en dar información importante y útil para los distintos grupos que puedan estar interesados: alumnos recién recibidos en busca de sus primeros trabajos, clientes desesperados por encontrar a alguien que traduzca lo antes posible sus documentos o traductores que necesitan ayuda de sus colegas.

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Perdón pero necesitaba poner una foto del coro del Colegio porque amé la idea. Necesito formar parte YA (parece que les estoy haciendo publicidad pero juro que es puro comportamiento de Fan Girl).







martes, 11 de septiembre de 2018

Guerra de los mundos: MS Word vs. Google Docs

A excepción de los corazones viejos y los negadores del avance tecnológico, todas las personas dependen de los programas informáticos para procesar textos cuando tienen que entregar trabajos escritos. No solo ayudan a ahorrar tiempo, sino que también ofrecen una serie de opciones de fácil acceso para modificar tipografía, formato de texto, ortografía, etc. Desde los años ochenta, Microsoft Word es el soporte preferido para cumplir esta función, pero con la llegada de Google Docs en 2012, comenzó la guerra tecnológica por decidir cuál es mejor. Padre vs. hijo, leyenda vs. versión mejorada. Hoy cuento algunas de sus características para determinar de una vez por todas quién gana la batalla.


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Saco a la luz mi faceta nerd porque esta disputa de programas es muy Goku y Vegeta. Había que decirlo...
Cuando nos referimos a Word, hablamos de un procesador que forma parte del paquete Office. Este incluye programas como Power Point, Excel, Access, entre muchos otros. Visto desde una perspectiva general, tener un conjunto de programas para cada situación y oportunidad parece súper conveniente. Sin embargo, si solo nos interesa Word y estamos seguros de que los demás complementos del paquete no los vamos a usar ni para decorar la compu, parece un costo demasiado grande que no vale la pena. Otro de sus problemas es la necesidad de guardar los archivos a mano porque Word no lo hace automáticamente, y de tener de un back up en otro lado porque Word no los almacena en la nube. Es decir que si nos paramos a prepararnos un café y la compu se vuelve loca (porque sí gente, eso pasa) el archivo puede perderse o quedarse en una versión muy anterior a la que habíamos llegado. Si no tenemos en cuenta que no es gratis y que viene con una cruz de programas bastante pesada, Word ofrece una infinita cantidad de funciones de uso relativamente fácil y no necesita wifi para guardar o realizar cualquier cambio en los documentos. Como broche de oro, Word tiene el mejor corrector del mundo mundial; realmente, no hay nada ni nadie que lo supere en eso, a Google Docs lo noquea de una.

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He aquí la bella MS. Word (porque Ms. es «señorita» en inglés. Not funny? Ok.)
Por su parte, Google Docs es mucho más comprensivo con personas como yo, que necesitan algo más simple para no sentirse culpables por no entender la tecnología, y a las que encima no les gusta gastar plata (no me avergüenzo de ser ratona y disfruto mucho esta cosa gratis). Si bien los archivos son mucho menos personalizables porque sus funciones son más limitadas, Docs tiene la gran ventaja de guardar los cambios que se hacen en el archivo en el momento, lo que evita cualquier neurosis de «¡Perdí el archivo, voy a matar a alguien!». Además, los documentos quedan ordenados en el Drive del mail, y se puede acceder a ellos desde cualquier dispositivo. El trabajo en conjunto con personas que no están en tu mismo espacio también es un sueño hecho realidad con este programa porque te permite que muchas personas editen el mismo documento al mismo tiempo y desde diferentes plataformas. Aún así, no todo es color de rosa, porque Docs depende del wifi para poder operarse, y todos sabemos que el Internet no es siempre nuestro amigo. Además, aunque es aliado de los poco tecnológicos, la cantidad de funciones limitada muchas veces hace de un trabajo algo menos profesional y detallado, y eso puede generar un problema.

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El baby de los programadores: Mr. Google Docs.
Podemos ver entonces que al final la disputa no era tan extremista, porque tanto para un traductor como para cualquier persona que disponga de ambos programadores, la situación es un factor clave para decidir cuál es mejor. Los atrasados tecnológicamente preferimos Docs porque es más amigable, como también lo hacen los estudiantes en situación de examen por miedo a perder los archivos, o los grupos de trabajo que no pueden juntarse en un mismo lugar y necesitan trabajar simultáneamente a distancia. Los perfeccionistas que consideran que el formato es tan importante como el contenido, los editores que dependen del control de cambios y los temerosos de perder la conexión a Internet en cualquier momento... esos son «team Word».

Bibliografía
. https://www.goskills.com/Microsoft-Office/Articles/Google-Docs-Microsoft-Word-comparison 

martes, 4 de septiembre de 2018

Hoy creé mi primera página web y me resultó...


Antes de entrar a esta carrera, hubo una cosa que no tuve en cuenta: el traductor se hace su lugar en el mundo profesional casi enteramente gracias a las redes sociales. Conseguir a alguien que trabaje con un texto del español al inglés o viceversa no es tan fácil como buscar a quien arregle un auto o venda un microondas. En la mayoría de los casos, lo primero que se le ocurre a un cliente cuando necesita un traductor es usar el gran y sabio buscador de Google, tipear «traductor de inglés» y sumar información sobre una ciudad o un tópico. Del otro lado, nosotros traductores esperamos como cachorros en caja a que nos encuentren y nos elijan de entre muchos para cierta propuesta. Sin embargo, si uno no desarrolla su propia página web o no presenta un currículum en línea en cualquier plataforma, las posibilidades de ser encontrados se limitan en gran medida. 

Qué raro... una foto de mi blog en mi blog. Cuál era la necesidad...
Honestamente, cuando me propusieron crear mi primera página web no le veía mucho sentido porque ya tenía un blog. Para una joven adulta con cerebro de geronte como yo, las diferencias parecían no existir, pero después de investigar me di cuenta de lo distintas que son las dos plataformas. El blog es un sitio web que recopila entradas en orden cronológico de más nueva a más vieja, y da un espacio para que quienes lo lean puedan comentar al respecto. Otra de sus características es que es súper fácil de manejar y editar, lo que resulta genial para gente inexperta como yo. Por otra parte, las páginas web o páginas de internet son documentos que forman parte de un sitio web y que no necesariamente se actualizan con tanta frecuencia como los blogs. Los comentarios no son un componente clave de estos sitios y por eso puede como no haber una sección dedicada a ellos. 

La mayor diferencia que encontré a la hora de hacer mi propia página web es que necesité mucha más guía que para hacer mi blog. Aún con la ayuda paso a paso que te da SimpleSite como opción, me fue difícil ubicar todos mis textos e imágenes para que pareciera profesional. Además, con 20 años nunca tuve un trabajo mayor que el de niñera y por eso ser experimentada en ese ámbito no es lo mío todavía. Creo que, en este caso, el problema sobrepasó mi escaso saber tecnológico y tuvo más que ver con mi falta de conocimiento del área laboral.

Acá está mi primera versión de la página. Esperemos que sea lo que busca el mercado (por ahora creo que le faltan cosas, pero ya mejorará).

Si dejo de lado todos los problemas o inseguridades que me generó esta primera experiencia, SimpleSite es bastante paciente con los principiantes. Desde el momento 1 te permite diseñar y visualizar el primer bosquejo de lo que va a ser tu página, y después deja indicaciones que marcan la función de cada espacio. Cuando estaba acomodando las fotos y textos me sentía como en una clase de primer grado con una maestra súper dulce explicándome el ABC. La verdad no tengo referencia de cómo funcionan otras páginas para crear sitios web, pero esta en particular me pareció muy cómoda y fácil de manejar. Tal vez sí deberían agregarle más aclaraciones que expliquen cómo editar los detalles de la página, para personas que tienen cero experiencia laboral o tecnológica (como su fiel servidora aquí redactando). Por ejemplo, no pude entender cómo agregar links de contacto en la barra aunque lo busqué y lo intenté aplicar, y el sitio no aclaraba nada al respecto.

Espero que, como con este blog, pueda aprender a manipular la página para que funcione como una estampita religiosa y atraiga mucho trabajo en el futuro. 

Imagen relacionada
Yo rezando para que me queden bien todas estas cosas tecnológicas.